La ira

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Al ir a pagar la cuenta, le dijeron que ya estaba pagada. Borges preguntó quién le había invitado.

–          Los muchachos que están en aquella mesa – Le dijo el camarero

Borges se acercó a la mesa.

–          Señores, les agradezco la invitación, son ustedes muy amables. ¿A qué se dedican?

–          Somos colegas suyos

–          Ah que interesante, ¿Y que es lo que ustedes escriben?

–          Canciones de protesta

–          Cuanto les envidio, pues yo cuando estoy enojado… no se me ocurre nada.

 

Borges quería decir, que cuando estamos enfadados la mente no es lúcida, y en vez de ser creativa se vuelve destructiva. Pasa en todos los aspectos de la vida, incluso en algo tan bruto como el boxeo.

 La ira te ciega, así un boxeador que se deja lleva por la ira, es un boxeador ciego… como un toro enloquecido que embiste una y otra vez sin ton ni son.

 Igual que un boxeador cuando se enfada se distrae de la pelea, una persona enfadada se está distrayendo de la vida.

El Deber

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8:30 – Al llegar al portal veo a Dalma asomada al balcón; “¡¡Julio subeeee!!”. Subo al tercero y me abre la puerta con el bebé en brazos. Están ella, su pareja, su bebé, y la prima. Les saludo a todas, y me quedo con el bebé en brazos, el niño se ríe, hago el tonto con él, juega conmigo… “¿Quieres café?” me ofrece Dalma, “no, gracias, acabo de desayunar”

            Al rato miramos por el balcón, ya está llegando la gente, “¿Y van a subir todos?”, “Si, mira, saca diez tazas de café, las galletas… jajaja, que no Dalma, ¡es broma! Jaja ellos se quedan en el portal para hacer presión, ahora bajamos todos menos alguien que se quede aquí con el niño”.

9:15 – Bajamos Hamza y yo, saludamos a la gente que ha venido, les damos las gracias. Hablamos con ell@s. Al rato llega Inés, de la Fundación, sube al piso, habla con Dalma.

10:00 – Llega la procuradora de los juzgados, lo sabemos porque lleva muchos papeles en las manos, habla por teléfono. Al rato aparecen dos coches patrulla, cuatro policías nacionales se reúnen con la procuradora, Inés baja a la calle e intenta negociar con ella, pero está muy cabreada. La policía dice que tiene que subir. Subimos con ellos al tercero. Dalma les abre la puerta con el bebé en brazos, está muy nerviosa. La policía le dice que tiene que dejar el piso, Inés comienza a negociar de muy buenas maneras, uno de los policías dice que solo puede parar el desahucio si el propietario (el banco Santander) decide dar unos días.

El policía pregunta a Dalma si tiene todo empaquetado para salir ya, Dalma le contesta, le tiembla la voz, de repente estalla en un ataque de nervios y rompe a llorar con el niño en brazos. Inés sigue negociando y consigue que los policías bajen y hablen con la procuradora.

Dalma sigue llorando. Entro en el salón, Hamza esta sentado con la mirada perdida sin decir nada. La prima empieza a llorar también.

Al rato la policía sube y dice que tienen que abandonar la casa. Inés intenta negociar pero no hay manera.

Comenzamos a bajar las cosas, la gente de la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca) nos ayudan. Dalma baja llorando, la abrazan, la consuelan… el bebé es ajeno a todo, sigue riendo y queriendo jugar.

El policía, arriba, ante el drama de dejar a una pareja de 19 años con su bebé en la calle (sin referentes, ni recursos, ni familia), solo dice una cosa; “Nosotros solo cumplimos con nuestro deber”.

¿No os habéis dado cuenta de que cuando una persona se avergüenza de lo que está haciendo acaba diciendo; “solo cumplo con mi deber”? Es la forma más fácil de no asumir la responsabilidad de tus actos. “Solo cumplo órdenes” quiere decir que yo no soy responsable de lo que hago. La responsabilidad de lo que yo hago la tiene otro.

¿Por qué nos cabreamos tanto con los políticos y los banqueros? Yo no he visto a ningún político, ni ningún banquero ejecutar un desahucio,  es más… en general nunca he visto a ningún político ni banquero en carne y hueso, yo solo veo a seres humanos que obedecen ordenes y que cumplen con su “deber” y su “obligación.

Por ello amig@s, las “Ordenes”, el “Deber” la “Obligación”, el “Compromiso”… no valen para nada. En esta vida las cosas se hacen por Amor, o no sirven.

El Encuentro

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maria llena eres de gracia

“Deprisa deprisa” es una película del género kinkillero que se rodó en 1981. Se desarrolla en el barrio madrileño de Villaverde, donde cuatro amigos adolescentes comienzan una vida de delincuencia y persecuciones. Lo más impactante de la película es el final; en un atraco a mano armada a un banco, todo sale mal, mueren varias personas entre ellas dos de los chavales, pero Pablo y Ángela, los otros dos chavales (novios), consiguen escapar. Y se esconden en un piso de Villaverde.

Pablo herido de bala se está muriendo. Ángela llama al médico. El médico al ver la gravedad de la herida le dice que solo pueden atenderlo en un hospital, Ángela le apunta con el arma, el médico insiste que no es posible. La chica le da un millón de pesetas a cambio de que vuelva con equipo médico para curarle.

            Ángela espera en el piso, Pablo se va muriendo, y el médico no regresa nunca. Pablo acaba muriendo.

Tras poner la película en la 2, en el programa “Versión Española” los invitados al debate posterior fueron Carlos Saura (el director), y El Chojin (un rapero). Me emocionó mucho que mi amigo Juantxu, educador social, escribiese en su facebook; “Como invitados hubiese hecho lo posible por contar con Enrique Martínez Reguera, Enrique de Castro y Julio Rubio Gómez”. Me emocionó que me nombrase, aunque no estoy por supuesto a la altura de los dos Enriques.

            Creo que tendrían que haber llamado también, y sobretodo, a las “Madres contra la droga” que vivieron en primera persona y muy de cerca aquellos años 80, y cuyos hijos fueron protagonistas.

            Pero respondiendo a Juantxu, mi amigo, si yo hubiese estado en esa mesa de reflexión, la primera reflexión que hubiese puesto sobre la mesa es;

¿Cómo es posible que en una sociedad civilizada una chavalilla de 17 años no tenga a nadie en quién confiar en un caso de extrema gravedad? Porque Pablo acaba muriendo en casa y se podría haber evitado. Pero Ángela no tiene a nadie a quien acudir, no tiene a nadie a quien llamar, a nadie a quien pedirle socorro. Está completamente sola. No ya en el aspecto psicológico, sino en el social y material.

            En la película “María llena eres de gracia”, la joven protagonista también se encuentra en una situación muy parecida; completamente sola, sin saber a quien acudir.

            Porque las dos chicas saben que la respuesta será contundente; cárcel, cárcel y más cárcel (lógico que no quieran acudir a nadie, tienen miedo de lo que las espera).

            Por otra parte, si alguién las socorre podría ser acusado de complicidad («lógico» que nadie quiera acudir a socorrerlas).

 Supuestamente (vamos a pensar «bien») la Sociedad ha creado la cárcel para reinsertar a los antisociales en su seno. Entonces… ¿Cómo estas chavalillas van ha tener miedo (y por lo tanto van a huir) de la cárcel, de la reinserción, y de una sociedad civilizada?

Pues porque la sociedad tal vez no sea tan civilizada (he ahí la cárcel y el aislamiento), y además porque partimos de un error de base; la palabra «Reinserción» solo implica a una de las partes; la que viene «defectuosa»; la joven delincuente, paradójicamente la más joven, y por lo tanto la más inexperta y quien tendrá que hacer todo el esfuerzo para «civilizarse», pues se da por hecho que la otra parte (la sociedad) es completamente correcta y no tiene que poner de su parte.

Como hay dos partes implicadas; la sociedad y la chavala, yo prefiero hablar de reencuentro, o simplemente de encuentro.

            Y creo que es importante pedirle a la parte más adulta que sea ella la que dé el primer paso. Y que no deje ese encuentro en manos de intermediarios; la Ley, técnicos sociales, los jueces, Instituciones… que ya no son parte de la solución sino parte del problema.

            ¡Venga adultos! ¡No tengáis miedo de los chavalillos! ¡Que no vienen de Marte ni de Júpiter! sino de aquí, de nuestro mundo, de nuestra sociedad.

 Los dos finales exactamente iguales;

 

 

Me encantan los dos finales, porque deja a la imaginación del espectador el destino de las chicas; ¿Morirán en otro atraco? ¿Se engancharán a la heroína? ¿Volverán a hacer de «mulas»? ¿Tendrán una vida normal?… o tal vez… ¿Por qué no? se hagan educadoras sociales para apoyar a otras chavalas (no sería la primera vez, ni la última).