La Edad de Piedra

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Ahora en campaña electoral he oído eso de;

– ¡El partido contrario nos quiere llevar al Paleolítico!

Me hizo mucha gracia, porque me acordé de lo que nos decía un profesor en clase;

– ¡Esas personas nos quieren llevar a la edad de las cavernas! ¡A volver a andar en taparrabos!

Siempre se alude a la Edad de Piedra como una época no civilizada, embrutecida, salvaje… Sin embargo, cuando yo estudiaba Historia, era la única etapa de la Humanidad que me interesaba, me imaginaba al ser humano nómada, recorriendo la tierra, durmiendo debajo de las estrellas, sin fronteras, ni pasaportes, ni escuelas, ni domingos, ni lunes, ni relojes… me daba la sensación como si después del Paleolítico comenzase una proceso por el cual el mundo se iba convirtiendo en un Gran Manicomio.

¿Y si el jardín del Edén fuese aquella época? ¿Y si Eva y Adán fuesen nuestros antepasados nómadas? ¿Y si la fruta prohibida fuese el Conocimiento? ¿No crece aquella manzana en el llamado «árbol de la ciencia»?

Don Quijote arremete contra los molinos; «¡Son gigantes!» grita. ¿No son acaso un avance científico de la época? ¿No simbolizan acaso el progreso?

Me da a mi que la Verdad Ultima es tan sencilla… que si damos vueltas es porque estamos perdidos. Cuando buscamos la utopía ¿Qué estamos buscando? Creo que nadie lo definió tan bien como aquel nativo miembro de la comunidad Cayuga;

«El modelo más aproximado de sociedad justa y utópica que busca la sociedad moderna, ya existió a través de la sabiduría del nativo originario. En sus comunidades no existía la pobreza individual, ni las cárceles, ni la contaminación, ni los ancianos o menores quedaban desamparos, pues todos cuidaban de todos, esa era la obligación de la tribu. Nadie podía comprar la tierra, ni el agua, ni el aire o las montañas, pues eran de todos, pero sobretodo del Gran Espíritu. Ahora, en ausencia de lo sagrado, el hombre añora nuestra sabiduría y vida en libertad»

El paraíso no está perdido, sino olvidado. Hay un gran paraíso esperando dentro de nosotros mismos.

La risa del muerto

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¡Aquel era el mayor logro de la ciencia! pasaría a la Historia de la Humanidad ¡Un equipo científico había revivido a un muerto!

El muerto se incorporó de la cama, miró al equipo técnico de aquel experimento, sonrió, ellos sonrieron, y de repente la sonrisa del «muerto» se transformó en risa, y la risa en carcajadas; ¡¡jajajajaja!! No paraba de reírse y reírse, los científicos estaban preocupados;

«¿Lo primero que hace un muerto al resucitar es reírse?»

Pero el muerto (ahora vivo) no paraba ¡¡lloraba de la risa!! Hasta que una científica le preguntó;

– ¿De que se ríe usted?

– ¡De las tonterías que me preocupaban cuando estaba vivo!