«Le pregunté por Jesús al lindo viejo,
y allí mismo me lo presentó,
cuando me alcanzó un espejo»
El emperador hizo llamar al jefe de la guardia imperial;
– Quiero que me traigáis al hombre más sabio del imperio ante mí.
Los soldados entraron en casa del viejo anciano, le arrestaron y se lo llevaron por la fuerza ante el emperador. Y ante él le pusieron de rodillas.
– Dicen que eres el hombre más sabio del imperio. Pero no creo que seas más sabios que mis científicos, que dicen que en el cielo solo hay nubes y aire, y debajo de la tierra no hay ningún infierno, solo tierra y barro. Si eres más sabio que mis científicos dime dónde está el cielo y dónde el infierno
– Yo no le diré nada, pues es usted un hombre malvado, tiránico y soberbio
-¡¡Cómo!! ¡¡Cortarle la cabeza a este viejo!! ¡¡Quemar su casa!! ¡¡Violar y matar a sus nietas!!
– ¿Ha visto? He aquí el infierno
El emperador se quedó perplejo. Pensativo… hasta que entendió. Se dio cuenta de su crueldad y de la lección del anciano.
– Lo siento… me ha dado usted una gran lección. Perdóneme, he sido… soberbio, arrogante… lleven a este hombre a casa, trátenle bien… que no le falte de nada a su familia. Perdóneme…
– ¿Ha visto? He aquí el cielo