La tía Tula

la tia tula

La tía Tula adora la pureza, hasta tal punto, que cuando ayuda a sus sobrinos con los deberes la asignatura que más le gusta son las matemáticas, la perfección de la geometría y los números. Y sin embargo aborrece la asignatura de ciencias naturales que habla de la anatomía, de las vísceras, la sangre, los músculos… pues ella es estricta con la limpieza y la perfección. Ha sido casta y pura, a lo largo de su vida ha puesto la responsabilidad, la obligación y el deber por encima del Amor, cometiendo uno de los peores pecados que puede cometer el ser humano ¡uno de los pecados clásicos de nuestra especie!

La tía Tula nunca se atrevió a decir SI a su amor prohibido, a sus pasiones más secretas, vivió dominando sus emociones humanas, sus instintos, “mi deber mi deber mi deber mi obligación mi obligación mi responsabilidad mi responsabilidad” Unamuno nos muestra una España pura y casta, obsesionada con el “qué dirán”, que niega su naturaleza, que se entrega a Dios, a la Virgen, a la Patria… a todo menos a la VIDA.

Y antes de morir, en ese momento justo donde un tsunami de lucidez nos acaba despertando violentamente, la tía Tula agonizando entre delirios febriles  les dice a sus sobrin@s;

“Bueno, ¡Hay que tener ánimo! Pensad bien, bien, muy bien, lo que hayáis de hacer, pensadlo muy bien… que nunca tengáis que arrepentiros de haber hecho algo y menos de no haberlo hecho… Y si veis que el que queréis se ha caído en una laguna de fango y aunque sea en un pozo negro, en un albañal, echaos a salvarle, aun a riesgo de ahogaros, echaos a salvarle…, que no se ahogue él allí…, o ahogaros juntos…, en el albañal…, servidle de remedio…, si, de remedio… ¿Qué morís entre légamo y porquería?, no importa… Y no podréis ir a salvar al compañero volando sobre el ras del albañal porque no tenemos alas…, no, no tenemos alas…, o son alas de gallina, de no volar…, y hasta las alas se mancharían con el fango que salpica el que se ahoga en él… No, no tenemos alas…, a lo más de gallina…, no somos ángeles…, lo seremos en otra vida…, donde no hay fango…, ni sangre. Fango hay en el Purgatorio, fango ardiente, que quema y limpia…, fango que limpia sí… En el Purgatorio les queman a los que no quisieron lavarse con fango… Sí, con fango… Les queman con estiércol ardiente…, les lavan con porquería… Es lo último que os digo, no tengáis miedo a la podredumbre…”

¡Venga amig@s! ¡No tengáis miedo a mancharos en el fango! No tengáis miedo a decir SI a vuestro amor prohibido, al trabajo que amáis, a implicaros en la vida ajena del que sufre, ¡¡a oler el sudor de los que esperan al otro lado de la valla de Melilla!!…

¡¡Vamos amig@!! ¡¡No tengas miedo al fango!! Que ya nos lo ha dicho Unamuno; que el fango no ensucia… sino limpia.

Yo soy Sam

sam

Hace unos meses escribí un artículo criticando duramente a las Instituciones de menores y todo su entramado jurídico-psicológico, el cual tiene el Poder no solo de retirar la tutela a las madres biológicas, sino también de juzgarlas. Exactamente me referí en estos términos;

“Separan a madres (o abuelas) de sus niños… por putas, por presas, por borrachas, por hambrientas, por analfabetas, por miserables, por chabolistas, por ignorantes, por madres-niñas menores de edad, por deshauciadas…”

Al ver la película “Yo soy Sam” me di cuenta que se me había olvidado escribir;

“Por subnormales, por retrasad@s…”

Esta película visualiza la frialdad con que puede ser utilizada la Psicología desde las Instituciones de menores. Ignorando e infravalorando todo vínculo afectivo existente dentro de la familia biológica.

Pero “Yo soy Sam” nos muestra algo más, lo increíblemente soberbia, prepotente y desdichada que puede llegar a ser la Inteligencia.

La Inteligencia está sobrevalorada, y el cariño, el afecto, el amor… infravalorado.

“¡Este es el templo de la Inteligencia!” dijo Unamuno cuando los fascistas entraron en la Universidad. Pero si me das a elegir entre ese templo de Unamuno y el corazón de Sam… yo… me quedo con Sam.