Hay un programa de televisión que me encanta, se llama “El Jefe”. Consiste en infiltrar al jefe de una empresa como empleado en la misma, pero empleado de los trabajos más duros ¡¡es graciosisimo!! De repente ves al jefe sudando porque está trabajando de camarero, repartiendo pizzas, fregando suelos, recogiendo basura… lo pasan fatal, y poco a poco se van dando cuenta de la dureza del empleo, y van humanizando al trabajador, que antes era un número.
Yo personalmente que he trabajado repartiendo pizzas muchos años, me encantó ver a un jefazo pasándolo mal en la moto y muerto de miedo por la velocidad a la que tienen que repartir estos trabajadores, arriesgando su vida.
Creo que deberían hacer la versión política del programa, y llamarlo “El Político”, disfrazar a Mariano Rajoy de subsahariano y mandarlo al monte gurugú al otro lado de la valla de Melilla ¡sería genial! O meterle en la cárcel, en el módulo FIES, o en el CIES (Centro de Internamiento de Extranjeros) o vivir en la calle o en un poblado de chabolas como “el gallinero” sin baños, ni agua, ni luz, o ser desalojado a porrazos en un desahucio… ¡¡Verían el mundo desde otra perspectiva!!
Decía un proverbio chino; “no juzgues a nadie sin antes haber caminado un trecho del camino con sus sandalias”
Descubrir que el otro no es una cosa, no es un número, no es ilegal o legal, no es de aquí ni de allá… descubrir al otro como ser humano, encontrarse con el otro en el camino… es una de las experiencias más elevadas a las que puede aspirar el ser humano.