Armarles

armarles

– Voy a quemar la tienda, te lo juro Julio, esta noche cojo gasolina y le prendo fuego, le rompo los cristales con un bate, menudo hijo de puta…

Johan está en conflicto con la empresa de reparto donde trabaja y con su encargado.

Yo ante su estado de nervios y furia, como educador social tengo tres alternativas;

– Tranquilizarle y convencerle de que no es para tanto

– Llevarle a mis clases de boxeo, que se desahogue y se olvide del conflicto

– Canalizar el conflicto hacia la organización obrera y la reivindicación de derechos sociales y laborales

Mi opción es la tercera; transformar el «quemar la tienda» (e ir preso) por «acudir a una organización obrera y enfrentar con inteligencia el conflicto».

En este aspecto la educación social, la psicología, la psiquiatría, la pedagogía… son un arma de doble filo; pueden servir para ARMAR o para DESARMAR al individuo.

«Tranquilo, no pasa nada, no puedes hacer nada, debes aceptar que la realidad es inamovible» o «tranquilo, pasa algo pero tiene solución, puedes hacer mucho, debes aceptar que la realidad es cambiante y tú puedes formar parte de ese cambio»

Yo personalmente tengo el teléfono de un abogado laboralista y activista muy majete que le doy a lxs chicxs, y este les informa de sus derechos, de lo que firmar y no firmar, de cómo organizarse, de cómo resolver conflictos de la forma más inteligente. Porque esto también es pedagogía, esto también es educación.

¡Pobre Mar!

pobre mar

Me preocupaba dejar sola a Mar, y a cargo de la clase. A esas horas en la asociación teníamos a los chavales más «potentes», y Mar llevaba poco tiempo, estaba solo de prácticas. Pero yo tenía que irme, me habían convocado en la universidad para una asignatura de educación social de un trabajo de no se qué, que tenía que aprobar para sacarme la carrera. Me tenía que ir a la otra punta de Madrid y dejar sola a Mar. Y era complicado porque en aquella clase en la asociación se encontraban chavales con muchos problemas, que demandaban mucha atención y donde se generaban situaciones complicadas.

Cuando llegué a la facultad solo me preguntaba»¿Estará bien Mar? ¡Pobre Mar!».

La profesora empezó a dar la clase, o la tutoría, o lo que fuera aquello, que si un trabajo debía hacerse así, asao, los usuarios, lo psicosocial, los objetivos específicos, los generales, el ratio de satisfacción, las necesidades especificas, las generales… y yo solo me decía «pobre Mar».

Había salido del planeta tierra dejando allí sola a Mar para venirme a ¡¡MARTE!! Y me encontraba entre marcianos que hablaban en marianolés (etnografía, intervención psicosocial, DAFO, DSMIV…), donde nadie concretaba nada, y todo se perdía entre informes, protocolos, actas, proyectos, programas, planes… y yo solo me decía «¡¡Pobre Mar!!»

Para mi la educación social era sinónimo de flexibilidad, y en la facultad se me presentaba como todo lo contrario; como sinónimo de rigidez.

Y allí fue cuando fui consciente por primera vez de que lo académico, lo legal, lo institucional, lo programado, (lo rígido)… me estaban distrayendo de la realidad.

No se si de forma ingenua o intencionada, pero parecía como si aquella carrera se hubiese diseñado con el único fin de desviar nuestra atención.

Lo cercano

lo cercano

– Harry… Marina me ha llamado, está muy preocupada. Ya sabes que yo no me meto en vuestras historias, ni quiero meterme. Solo te digo lo que me ha pedido Marina. Quiere una reunión, solo quiere que yo esté presente. Nada más. Me ha pedido que te lo diga.

Meterse en cosas de pandillas organizadas es muy delicado, y la negociación debía ser con mucho tacto.

Harry es el jefe de una pandilla de cuyo nombre no quiero acordarme. Es un tipo sereno, se puede dialogar con él. Le he apoyado en muchas movidas, le he sacado de muchos líos, me aprecia y me respeta. Y yo le aprecio y le quiero un montón. Pero se que en temas de pandillas hay una línea roja que no puedo cruzar.

– Esta bien Julio. Sabes que soy una persona razonable.

Fijamos fecha y hora para la reunión. Se hará en un lugar público. Marina y Harry se reunirán. Yo solo tengo que estar presente.

Marina no sale de casa, está amenazada. Quiere negociar su salida de la pandilla. Es un tema muy muy delicado.

La voy a buscar en moto. Está muy, muy, pero que muy nerviosa. La intento tranquilizar. Se pone el casco y nos vamos al lugar de la reunión.

Es una terraza con más gente. Harry y Marina se saludan fríamente. Yo intento romper el hielo;

– ¿Nos sentamos? ¿Qué queréis tomar?

Piden. Harry llama desde su móvil, solo dice;

– Ya está aquí

Al rato aparece «La Yari». Se sienta. Harry se levanta y se va. La Yari es la jefa de las chicas. Es con ella con quien se tiene que negociar la salida de Marina de la pandilla.

Comienza el dialogo, yo en medio escuchando sin abrir la boca, «Ver, oír y callar si de la vida quieres disfrutar» reza una pintada en las calles de un barrio del Salvador de cuyo nombre no quiero acordarme.

Según va pasando el tiempo y la conversación, la atmosfera se va destensando.

– Marina… cuando estuve presa me viniste a ver, y yo eso no lo olvido. Además, está aquí Julio, al cual respetamos todos. Así que por mi parte eres libre, no te vamos a seguir acosando. Pero cuidado, como te veamos con algún miembro de la XXX, este acuerdo se rompe.

Después de la reunión Marina me dio las gracias una y otra vez, ¡¡estaba feliz!! ¡¡Jamás voy a olvidar esto!! Decía ¡¡gracias gracias gracias!!

Normalmente son los pedagogos (profesores, educadores, psicólogos, Institutos de secundaria…) los que inmediatamente sin pensárselo dos veces (como rezan los protocolos), derivan los casos de acoso, violencia, bullyng, agresiones… a la policía y a los jueces.

Yo creo que debería ser al contrario.

Desde la pedagogía, desde lo CERCANO, todo es más rápido, más duradero, más eficaz, más solido…

Lo que tú esperas

el es lo que tu esperas

  • Te vienes conmigo al centro de menores
  • ¡¡Y una polla!! Yo ahí no vuelvo ni loco, antes me rajo las venas aquí
  • Tú decides, o por las buenas o por las malas, ahora mismo le digo al policía que te ponga las esposas y te llevamos esposado

El Perita sabe que si le ponen las esposas hay menos probabilidad de escaparse. Así que inteligentemente decide colaborar.

El policía le abre la celda. Sube escoltado por dos policías y la educadora. Va a conseguir salir a la calle por unos segundos, el espacio entre salir de la GRUME (Comisaría de menores de la policía nacional) y entrar en el coche patrulla será su oportunidad.

El policía abre la puerta del coche, y de repente, sin previo aviso, el Perita echa a correr como un loco, corre corre como si la vida le fuese en ello, como si detrás de él no le siguiesen dos policías, sino dos leones que le fuesen a devorar. La gente por la calle se queda atónita, una persecución como en las películas. Busca un lugar aglomerado de gente, corre corre hasta un centro comercial, se esconde entre la gente. Listo como el hambre, les da esquinazo. Consigue llamar a su abuela. Y la abuela me llama inmediatamente a mí.

– ¡¡Se ha fugado!! ¡¡Se ha fugado!! Otra vez, por favor Julio ves a buscarle, está en tal sitio…

Voy en moto volando como loco al lugar. Al encontrarle le abrazo. Le pongo el casco rápido para que no le reconozcan, y rápidos como el viento atravesamos la ciudad en la moto.

Se queda en mi casa, escondido una temporada.

El Perita roba, en mi casa no lo hace.
El Perita lleva años comiendo con cuchillos de plástico, en mi casa lo hace con cuchillos afilados y puntiagudos.
El Perita es violento con sus educadores. Conmigo, Nidia, mi madre, mis amigos… es afectuoso.
El Perita no colabora, en mi casa recoge la mesa, friega los platos, hace la cama…
El Perita se fuga de todos los centros, en mi casa le encanta estar y volver.

¡¡Como una auténtica paradoja!!

Que cuanto más altas son las vallas más es el deseo de escapar y cuanto más abiertas las puertas más es el deseo de volver.
Cuanto más es la vigilancia más roba y cuanto más la confianza menos roba.
Cuanto más se le interroga más miente y cuanto menos se le interroga más dice la verdad.
Cuanto más miedo se le tiene más peligrosa es la situación, y cuanto menos miedo se le tiene más segura se vuelve la situación.

Y cuanto más policía es uno más delincuente es él, porque él es simplemente un reflejo de lo que tú esperas de él.

Si le pones vallas es porque esperas que se escape.
Si le vigilas es porque esperas que te robe.
Si le interrogas es porque esperas que te mienta.
Si le temes es porque esperas que te agreda.

Él es lo que tú esperas.

Cada vez más solo

cada vez más solo

Hace unos años Flay entró en la cárcel, perdón, corrijo, como decía Javi Ávila Navas (El Niño) «yo no entré en la cárcel, a mi me metieron», pues hace unos años a Flay le metieron en la cárcel.

Al principio los amigos y familiares le visitaban, pero poco a poco, cuanto más pasaba el tiempo, menos visitas iba teniendo, los vínculos con la familia y los amigos y la sociedad en general se iban deteriorando, como si poco a poco los fuese devorando el tiempo. Pasaban los meses  y cada vez más solo. Las novias, o los ligues se iban cansando «¿Cuantos años voy a esperar a este chico?». La vida seguía afuera, mientras que adentro se iba deteniendo.

Y así, poco a poco, Flay fue dejando de recibir visitas de su familia, los vínculos se fueron rompiendo.

Sin embargo esta navidad tenía la oportunidad de salir de permiso y ver a su familia, volver a generar ese vínculo. Pues en navidad si o si tendría que reunirse con la familia.

Sin embargo, se metió en una movida (o le metieron) que no llegó a pelea. Y la psicóloga y las trabajadoras sociales decidieron castigarle y no darle el permiso que ya le habían concedido, y hacerle pasar así todas las fiestas encerrado.

¡¡¿Cómo no ven la psicóloga y las trabajadoras sociales esta oportunidad de recuperar el vinculo familiar?!! ¿¿Cómo no pueden ver más allá de la Institución??

La psicología dentro de la INSTITUCIÓN se convierte en una forma de control al servicio de una lógica carcelaria de premio-castigo, autentica psicología conductista para perritos.

O la psicología es libre e independiente de la Dirección General de Centros Penitenciarios o no sirve para nada, más que para controlar, chantajear e interrogar.

Y allí quedó Flay, entre muros, alambradas, concertinas, barrotes… sin recibir cartas, ni visitas, ni navidad, ni Nochebuena, ni familia… cada vez más aislado, cada vez más asocial, cada vez más deteriorado, cada vez más solo.