Me llama un periodista de “El Mundo”, quiere escribir un artículo sobre nosotros; el proyecto de boxeo y el derribo del local donde hacemos las actividades.
Todo es cordial, hasta que yo le explico que a veces nos sentimos ofendidos y nos duele mucho como hablan de nosotros en la prensa, en esos términos de “marginación”, ”reinserción”, “barrio deprimido” (que un día una de mis niñas dijo; “pero si nuestro barrio es muy alegre”), que si “menores conflictivos”, “familias desestructuradas”… y le explico que no nos da confianza cómo tratan los temas los periodistas. Y le pongo un ejemplo;
- Un día en una entrevista dije yo; “a este proyecto vienen muchos chavales, unos tienen problemas y otros no” y al día siguiente los titulares eran; “menores problemáticos acuden a la actividad…”. De “algunos chicos tienen problemas” a “menores problemáticos” hay un matiz muy importante. Siento que los periodistas buscan la exageración, el dramatismo… Y a esto se suma que usted quiere hacer fotos a los menores y publicarlas ¿Ha pensado lo que sentirá una madre cuando vea la foto de su hijo con un artículo que diga “menores marginales”? ¿O cuando los niños, las niñas se vean en el periódico como seres a los que hay que reinsertar en no sé qué cultura, en no sé qué sociedad?
Así que le propongo que se cambie el formato de “artículo” del periodista xxxx por el de una “entrevista” a las chavalas, los chavales y los monitores, para que hablen en primera persona. Y le explico;
- Siempre viene un periodista, habla con nosotros y luego él escribe un artículo dando su opinión de lo que ha visto y ha escuchado, y hablando en nombre de…, como si se erigiese en “la voz de los sin voz”, lo que pasa es que aquí nadie está “sin voz”, los niños tienen voz, las niñas tienen voz, las madres tienen voz, los monitores tienen voz, solo hay que escucharles. Así que lo más lógico es que se deje hablar a toda la gente que está relacionada con el proyecto… y que sus expresiones y sus respuestas salgan integras en el periódico.
La respuesta (lógicamente) fue un NO rotundo. El periodista debe filtrar la realidad, debe interpretarla, debe ser “la voz de los sin voz” aunque aquí nadie esté sin voz.