Se secuestra a varios rehenes, el objetivo es reclamar el cumplimiento de los derechos humanos dentro de la cárcel. Javier Ávila Navas, uno de los presos amotinados y principal cabecilla, se le comunica que una de las rehenes está embarazada.
Javier tiene que elegir:
– Que el secuestro sea un éxito y conseguir sus reivindicaciones.
– O entregar a la mujer embarazada y que el secuestro sea un fracaso.
Javier se debate en un dilema moral: ¿Pedir respeto a los derechos humanos violando los derechos humanos? ¿El fin justifica los medios? ¿Vale todo? ¿Todo vale?
Javier no lo duda: «hay que soltar a la mujer embarazada», esta decisión le supondrá un enfrentamiento con sus compañeros, el fracaso del motín y la posterior represalia: paliza, linchamiento, aislamiento…
Pierde la batalla material, pero gana la batalla moral. Así lo decía George Orwell: «más importante que mantenerse vivo es mantenerse Humano».
Javier usa la violencia (el motín, los rehenes), pero le pone unos límites morales: un código, unas reglas, unas normas.
Con el linchamiento de la chica de 19 años de Murcia relacionada con los movimientos neonazis, se abría el debate de:
– Violencia sí o violencia no
– Pacifismo sí o pacifismo no
– Autodefensa sí o autodefensa no.
Pero nadie abría el debate de:
– Pegar por la espalda si o pegar por la espalda no.
– Pegar a una persona que está tirada en el suelo si o no
– Muchos contra uno si o no
Don Quijote no concibe luchar contra un caballero desarmado.
Muhammed Alí derriba a George Foreman, que antes de caer se tambalea en el cuadrilátero ante la mirada de Alí, que pudiéndolo rematar no lo hace.
La comandante guerrillera Eloisa Sanchez lo deja claro a su comando antes de entrar en combate: «el ejercito salvadoreño tortura, nosotros NO, el ejercito roba, nosotros NO, el ejercito viola, nosotros NO, el ejercito mata civiles, nosotros NO»
Se crea una dignidad en la violencia. Unos códigos morales. Unos límites éticos que se impone el individuo. Una resistencia a no convertirse en el enemigo. Un deseo no solo de ganar la batalla material, sino también la batalla moral.