Muchos chavales al llegar a boxeo, en su primer día me dicen:
– Yo tengo la «hipenlatividad» esa, me medican y todo, no me dejan beber ni cocacola.
(TDAH Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). En realidad no me quiere informar, sino avisar;
– Cuidao conmigo que soy tremendo y te la voy a liar.
Así veo que su actitud tiene más que ver con el autoconcepto adquirido que con los neurotrasmisores que supuestamente funcional mal.
Esto en psicología se llama el «efecto Pigmalión»; la profecía que acaba haciéndose realidad.
Si a un niño, una niña, que está formando su personalidad le dices, le repites una y otra vez;
– Eres mala.
– Eres muy nervioso.
– Eres un desastre.
– Tienes un trastorno (eres un trastornado).
– No eres capaz de prestar atención.
El chaval va formando su personalidad en función de lo que esperan y proyectan en él.
Así, las características de ese trastorno que hemos diagnosticado al niño, la niña, las estamos (paradógicamente) fortaleciendo.