Cómo llamarles

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El abogado le pasa mi carta. En seguida el vigilante que vigila la conversación, la relación, que todo lo observa, dice;
– No le puede dar nada. Si quiere darle esa carta la tiene que enviar por correo.

Si la envío por correo (y no a través del abogado) se que la leerán los «educadores», o los carceleros, o los vigilantes psicológicos, o los funcionarios de prisiones de adolescentes… nunca se como llamar a esta gente.
Leerla para violar su intimidad, para someterla, para humillarla, para controlarla, para reducirles psicológicamente… a una persona no la reduces privándola de libertad, sino privándola de intimidad.

El abogado abre la carta, se la pone delante. Ella, medio drogada por la medicación, la lee. Yo no le digo nada especial en ella, pero le hace mucha ilusión.

Y así, a través del abogado, consigo colarle a este bunker del «Sistema de Reforma de Menores» un «hola», un «¿qué tal?», un «¿cómo estás?»… para que sepa que no está sola, que seguimos aquí afuera.

«Colarle un mensaje», y es que cualquier adulto en una cárcel para adultos tiene más derechos y garantías procesales que estos chicos y chicas (menores de edad) en estos «centros de menores», o cárceles de niños, o psiquiátricos de adolescentes, o centros de tortura psicológica… nunca se cómo llamar a estos sitios.

Castigar por autolesionarse

autolesionarse

En la radio entrevisté a una adolescente que en su celda de aislamiento se había rajado las venas de la muñeca en un intento de suicidio. El centro de menores, por este acto, la había castigado.

A mí me parecía tan demencial que  me costaba mucho creerlo ¿castigar a una persona por intentar suicidarse? Era una contradicción en sí misma. Como castigarte sin comer por no querer comer.

Hace poco he tenido acceso a la prueba que demuestra que es cierto:

http://www.legebiltzarra.eus/irud/10/00/026431.pdf

En este “reglamento de régimen interno” de un centro de menores (cárcel de adolescentes), en la página 87 apartado 6.4.2. Procedimiento sancionador – Faltas graves, artículo 63.L; Autolesionarse es una falta grave que conlleva una sanción.

Hace unos días mi amiga Mónica había hecho una descripción magistral de por qué se autolesiona un chaval dentro de un centro;

“El dolor físico alivia el dolor psicológico, que es mucho más duro y catastrófico, eso y que su cuerpo o hacerse esos cortes son la única concesión de libertad personal, control y decisión sobre sí mismos que tienen, vaya, con lo que pueden decir; – ahora hago lo que me da la gana que es mi cuerpo, a ver quién me quita el derecho de autolesionarme que no le hago daño a nadie más que a mí mismo – Control en toda regla, control sobre lo que se sufre diciendo que es más soportable el dolor físico que el dolor del alma”

Estas palabras me habían dejado impactado, sobre todo la parte de;

“(Autolesionarse) es la única concesión de libertad personal, control y decisión sobre uno mismo”

Y tal vez por eso mismo, autolesionarse es una falta grave que conlleva sanción.

Para que no tengan ni la más mínima concesión de libertad personal, control y decisión sobre sí mismos.

El conductismo llevado hasta las últimas consecuencias, en una especie de “autómata o muerto”. Despojarles de toda voluntad, iniciativa, rasgo personal… que lleva al absurdo; provoco la autolesión y al mismo tiempo la sanciono.

El sometimiento físico, psicológico, moral y total de un ser humano.

La selección natural

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Coincidí con una educadora del centro “Teresa de Calcuta” (reforma), le dije que yo había visto las fotos del cadáver de Ramón Barrios, y que tenía los ojos morados, arañazos, la cara hinchada. Su respuesta fue;

  • Pero ¿No puede ser que después de muerto se le ponga morados los ojos y se le hinchen?

Después de observarla comprendí que estaba hablando en serio. No estaba bromeando, no estaba siendo irónica. Fue la primera vez que tuve la sensación de que “algo no funcionaba bien en estos educadores”.

Y me siguió pasando. Conversaciones que acababan en lo absurdo;

Un día, con unos amigos coincidimos con una educadora de un centro de reforma, y hablando de muertes en “centros de menores” (cárceles de niños), sobre violaciones de derechos humanos y brutalidades, nos dijo;

  • Pero yo les toco la guitarra.

Mis amigos y yo nos quedamos mirándonos, pensando “¿a qué viene esto?”. Volvió a producirse en mí esa sensación de estar hablando con una persona que le “falta un hervor”.

Después de hablar con muchos, muchos educadores de centro y llegar a conversaciones completamente absurdas, sin lógica, surrealistas… me empecé a platear que algo estaba pasando (“esto no es normal”).

“Los mejores educadores se van” te dicen los chavales de centros de menores, siempre me lo han dicho;

  • Julio yo no aguanto más aquí, los educadores son unos hijos de puta. Me agobio muchísimo en este centro, el único educador majo que hay se va a ir, él tampoco aguanta más aquí. Tiene muchos problemas con los de dirección.

Y si los mejores se van ¿Quién se queda?

Después de mucho reflexionar y conocer a los educadores de centros, llegué a una conclusión;

Dentro del Sistema de protección y de reforma de menores existe un proceso de selección natural (a excepción de pequeños lugares que funcionan medianamente bien);

Donde los y las trabajadoras más sensibles, más humanas, más inteligentes, con más criterio y sentido común el propio Sistema los va eliminando; o no aguantan o las echan (en procesos de unos años, o unos días como ha habido casos).

Y donde los y las trabajadoras más sumisos, menos comprensivos, que menos protestan, más controlables, que mejor obedecen órdenes por estúpidas que sean, el Sistema los va premiando y conservando.

Se genera así un sistema de selección natural, donde sobreviven los menos aptos.

La DES-integración

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Todos los años voy a El Salvador (desde el 2007). En el lugar donde me alojo hay una ONG española; CINDE.

Uno de los chavales que vivía conmigo allí (en la casa donde me alojo) de 10 años iba a esta ONG, a “refuerzo escolar”.

Un día le acerqué y vi el lugar donde hacen las actividades, así que pensé que sería bueno hacer un voluntariado con ellos. Pensé que encajaría bien; soy educador social, 15 años de experiencia, conozco El Salvador, vivo en frente, conozco la zona, tengo experiencia con pandillas…

A la ONG española (CINDE) le pareció bien, pero entre varios requisitos me puso estos;

  • Si quiere ser voluntario te tienes que alojar en un albergue que nosotros conocemos y donde se alojan todos los voluntarios y no puedes coger el transporte público.

Yo pensaba “Pero si vivo enfrente de la ONG ¿Por qué me tengo que ir a otro sitio? Yo solo me muevo en transporte público ¿Qué hay de malo en el transporte público?”

Era muy curioso, porque yo que estoy integrado; vivo en la zona, me muevo en transporte público, conozco a la gente, tengo alojamiento en casa de una familia del barrio… la ONG me estaba pidiendo todo lo contrario;

  • “Por tu seguridad; si quieres ser voluntario tienes que des-Integrarte”

Es decir; “la Integración” como un aspecto negativo en la colaboración.

A este punto han llegado las ONGs.

La carta

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Ayer se presentaron en el local donde tenemos el proyecto social de boxeo, una mujer de la AVS (Agencia de la Vivienda Social de la Comunidad de Madrid) acompañada de un guardia jurado (debemos ser muy peligrosos). Para entregarnos una carta;

  • Nos tenemos que ir del local.

Nos echan. Nos mandan a un local más pequeño, donde nos cobrarán 457€ mensuales, más IVA.

No tenemos dinero. Todo el dinero que sacamos (camisetas, libros, cuota socios…) va para los chavales, chavalas, material, actividades, salidas… ¿Ahora todo eso tendrá que ir para la Administración, para la Institución?

Nuestro proyecto “Hortaleza Boxing Crew” no genera gastos a la Administración, es más, les ahorramos dinero, prestamos un servicio de prevención que ellos no pagan. Es más, es la propia Administración la que nos deriva chavales; Los CAID (Centro de Ayuda Integral a Drogodependientes), los centros de menores (Comunidad de Madrid), Servicios sociales, los técnicos de libertad vigilada…

Nuestros compañeros y compañeras que comparten local con nosotrxs; el BOSA (Banco Obrero Solidario de Alimentos) también les están usando como recurso. El Ayuntamiento y la Comunidad les derivan personas para que ellos les atiendan, les den alimentos, productos de primera necesidad…

La misma Administración que nos usa, que se pone medallas a costa nuestra, que nos deriva gente para que la atendamos… esa misma Administración; es la que nos quiere echar, la que nos quiere cobrar, la que quiere que nos vayamos.

El truco

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Al pasar por la puerta del centro de menores de Hortaleza escucho a una señora de mediana edad dando gritos como loca a unos chicos del centro;

  • ¡¡¿¿Que hacéis aquí??!! Ahora toca cine ¡¡Venga pa adentro!! ¡tú! A ver… egque qué?? A tomar por culo ya ¡¡venga pa dentro cojones!! Toca cine y punto!! Eso es lo que hay ¡¡ala pa dentro coño!!

Es una “educadora social”, una técnico de infancia, una profesional del Sistema de Protección de menores.

Fijaros en dos aspectos; la forma y el contenido.

LA FORMA: me dirijo a los chavales a gritos, intimidando, con desprecio. Quiere decir que si el chaval está alterado yo le altero más. Que si el chaval tiene baja la autoestima yo se la bajo más. Que si el chaval es inseguro yo le hago más inseguro todavía. Si el chaval está a la defensiva yo le pongo más a la defensiva aún. Provoco tensión, bloqueo, conflicto (justo lo contrario de que debería estar buscando).

EL FONDO: “Toca cine”. Una actividad de ocio, de distensión, de relajación… como ver una película (“toca cine”), se convierte en una obligación, en un “cumplir la norma”, “sufrir la norma”, se presenta como algo forzado; “tienes que aguantar la película porque es lo que toca, porque es el horario, es lo planificado y punto”. Una actividad de distensión convertida en una de tensión. Es una contradicción en sí misma.

La gente que desconoce el Sistema de Protección de menores piensa que existe unos equipazos de profesionales, técnicos, expertos, pedagogos, psicólogas, educadoras, trabajadores sociales… y desconocen que no hay más que esto; una mujer dando gritos como loca en mitad de la calle, un portero de discoteca custodiando la puerta del centro, un “educador” que hablas con él y te das cuenta que “le falta un hervor”, un vigilante de seguridad que le entregas al niño y te dice; “vete a tomar por culo de aquí”, otro que te dice; “estos niños mejor bajo tierra”…

Y es que el truco está en eso; en llamar “políticas de seguridad” al portero que por la noche trabaja en un club de alterne y por la mañana en un centro de menores. En llamar “intervención psicosocial con menores y resolución de conflictos en medio abierto” a una señora dando gritos como loca en mitad de la calle.

«Lo oculto luego no existe»

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  • Pero ¿Estás fumando muchos porros?
  • ¿Y qué quieres Julio? Nos meten a las ocho de la tarde en el chabolo, ahora en verano ni si quiera es de noche, anochece a las diez. Luego nos sacan a las 8 de la mañana, 12 horas ahí metido (en la celda) y con este calor aquello es un horno. Luego todo el día en el patio, sin nada que hacer, ni actividades, ni cursos… todos los días lo mismo, con este calor, yo me desespero, me rayo… y para no pensar fumo porros.
  • ¿Pero no hay ninguna actividad?
  • Ahora en verano no. Pero cuando las hay tampoco puedo acudir, porque dicen que no me puedo mezclar con los miembros de las pandillas contrarias. Como hay conflicto entre nosotros no nos dejan estar juntos en una actividad.

Qué curioso. Porque yo en la asociación, hago exactamente lo contrario; si hay conflicto entre grupos o chic@s diseño actividades para resolver esos conflictos, juntarlos, que colaboren entre ellos, que se conozcan, que intimen, poco a poco, paso a paso, con prudencia, pero juntándoles.

La filosofía de la cárcel es exactamente la contraria;

  • Si nos surge un conflicto lo ocultamos; separación de grupo, por módulos, aislamiento… “lo oculto luego no existe”.

¿Pero no es acaso la cárcel en su esencia eso mismo; el deseo de ocultar un problema para ingenuamente decirnos; “no existe”?

Billy Elliot al revés

Billy Elliot al revés

La niña me ve en el supermercado. Mira a su madre;
– ¡¡Mamaaaa es el de boxeo!! – me mira a mi – yo quiero ir ¿puedo? ¿Pueden ir chicas?
– Claro, pero es a partir de 12 años.
– ¡¡¡Siiiii!!! Yo tengo 12 ¿Entonces puedo?
– Claro.

Mira a su madre otra vez en uno de los pasillos del súper;
– ¡¡Mama!! ¿puedo? Es el de boxeo.

La madre con cara severa mueve la cabeza diciendo que no.
Los niños pelean, las niñas bailan.
El hermano mayor de la niña vino a boxeo.
Los niños son duros, las niñas son frágiles.

En la cola del cajero la niña insiste;
– Mama por favor, el Cristofer fue ¿Por qué yo no? ¿Por qué mi hermano sí y yo no?

La madre pone cara de «no quiero pensar». Los niños pelean, las niñas bailan. Es así y punto. Los niños son duros, las niñas son frágiles. Es así, siempre ha sido así.

Después de mucho insistir la madre para no oírla cede;
– Vale vale vale, calla ya, Julio yo te la mando ¿ella puede ir?
– Si si, yo encantado que venga.

La niña se pone súper contenta.
Es Billy Elliot, pero al revés. Todos los meses, todos los años tenemos a Billys Elliots pero al revés: la niña que mandan a baile pero que lo que realmente quiere es boxear.

¡¡Venga chicas, mujeres!! Venir a boxeo, animaros, que os vean las más peques, las familias, romper los estereotipos, normalizar lo que debería ser normal.
Os esperamos en » Hortaleza Boxing Crew»!!