2º Comunicado de «Hortaleza Boxing Crew»

Segundo Comunicado

Suspensión de las clases en «Hortaleza Boxing Crew».
2º Comunicado: debido a la agresión de nuestro alumno a un educador del centro de menores de Hortaleza, y a las fuertes críticas y acusaciones recibidas hacia nuestro proyecto de boxeo;

-Suspendemos las clases y el proyecto temporalmente para reunirnos, reflexionar y hacer autocrítica.

-Pedimos disculpas por los daños ocasionados tanto por esta situación como por otras que se hayan podido ocasionar.

-Pedimos perdón tanto al educador agredido como a los más de 40 chavales que se quedan sin clases, situación que nos preocupa también viendo que la alternativa pueda ser volver a la calle, a los problemas… y que nos causa el eterno dilema; ¿Qué es mejor?

-Queriendo visibilizar el contexto donde se ha producido la agresión; el centro de menores de Hortaleza, el cual es una «olla a presión» donde educadores, vigilantes y chavales están al límite psicológico y cualquier chispa puede provocar una explosión, pedimos a la Comunidad de Madrid (tutor y responsable legal de los niños y adolescentes) actúe de inmediato ante la situación de abandono, desbordamiento, masificación, falta de recursos (o desviación de los mismos)… del centro, que no sólo afecta al mismo y los chicos y chicas que allí viven (o malviven), sino a todo el barrio y toda su vecindad (que también se está convirtiendo en una «olla a presión»). Así como que cambie su política de contención por una de educación.

Comunicado de «Hortaleza Boxing Crew»

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Comunicado de “Hortaleza Boxing Crew”.

Debido a la agresión de uno de nuestros alumnos menores de edad a un educador del centro de menores de Hortaleza comunicamos;

  1. Que el chico acudía regularmente a clases de boxeo.
  2. Que en nuestras clases en ningún momento ha mostrado agresividad ni ha generado conflictos, siendo su comportamiento en todo momento respetuoso, educado y tranquilo.
  3. Que ha participado dentro del proyecto ayudando a otros chicos más pequeños, mostrando siempre solidaridad y atención.
  4. Que la única condición que se pone a los chicos y chicas para ser admitidos en el proyecto es no usen el boxeo como arma para pegarse fuera, llevando un seguimiento constante de posibles peleas y conflictos.
  5. Que el chico fue derivado al proyecto de boxeo por el propio centro de menores. Llegando incluso a venir dos educadoras a las clases para verle y apoyarle en su actividad deportiva.
  6. Que la versión del chico y de testigos del enfrentamiento alegan lo siguiente;
  • El educador, echando la bronca a varios chavales les amenazó con “pegarles una hostia”.
  • El chico contestó “venga a ver si eres capaz de darme una hostia”
  • El educador le pegó una hostia, y el chico respondió.
  1. Pedimos a periodistas y medios de comunicación que cuando informen (u opinen) de acontecimientos ocurridos en el centro de menores de Hortaleza e Isabel Clara Eugenia contrasten la información recibida por parte de la Institución con las versiones de los propios chavales y chavalas, respetando así el artículo 12 de la Convención de Derechos del Niño; “Derecho a ser escuchado”.
  2. Que nos preocupa la situación del chico, que a raíz de este conflicto, y huyendo del centro de menores, se ha quedado en situación de calle.

De Ratones y Hombres

De ratones y hombres circulo de lectores

El arado rompe la tierra, la levanta, la revuelve. Los ratones que viven en esa tierra se encuentran de repente sin hábitat, sin casa, sin tierra, desubicados, perdidos, desorientados, se ven abocados a robar al ser humano el grano de sus graneros. El arado, el tractor, la agricultura… ¡¡EL PROGRESO!! Les desnaturaliza por la fuerza, les convierte en mendigos, en ladrones, en vagabundos…

Así lo expresaba en su poesía Robert Burns; “A un ratón”

John Steinbeck toma prestado este concepto para el título de su novela “De Ratones y Hombres”. Porque no solo a los ratones les pasa esto, también a los seres humanos. El PROGRESO, como un arado que destruye la tierra, convierte a una parte de la humanidad en excluidos, marginadas, pobres…

Jornaleros, braceros, muertos de hambre, sin casa, sin tierra, un discapacitado intelectual, una mujer, un viejo manco, un negro… son personajes de la novela de Steinbeck, donde se produce entre ellos la guerra de todos contra todos, del último contra el penúltimo. Solo uno de estos personaje no entra en esta guerra, paradójicamente; el disminuido intelectual, aquí el autor nos advierte; “Cuidado; la inteligencia (igual que el progreso) es un arma de doble filo, una trampa, una ratonera (nunca mejor dicho), que no tiene valor por sí misma, sin un fin de Dignidad”.

Todos estos personajes tienen algo en común más allá de la pobreza y la exclusión; la necesidad brutal de contactar con el otro, de comunicarse, de ser aceptado, de vivir en comunidad, de no estar solos… sin embargo la norma que se ha establecido en las relaciones humanas es la hostilidad, la guerra de todos contra todos, la del más duro, la del más fuerte, la del último contra el penúltimo, que les impide ese contacto humano que tanto desean en su interior. Y esto les lleva al sufrimiento, a la desdicha.

“Soy malo porque soy desdichado” decía el monstruo de Frankenstein de Mary Shelley.

Pero estos hombres, y esta mujer de la novela, igual que el mounstro de Frankeinstein busca sin tregua ser aceptado, ser querido, una familia, un grupo, un lugar en el mundo… y se encuentran como esos ratones expulsados por el arado, por el progreso; desubicados, desahuciados, solos, perdidos, condenados.

Todos tienen los mismos problemas; la explotación, la exclusión, el rechazo… pero en vez de cooperar y solucionarlos juntos compiten los unos contra los otros por sobrevivir. Y aquí John Steinbeck nos vuelve a dejar un dilema ¿Cooperar o competir? He aquí la cuestión.

George cuenta a Lennie (disminuido intelectual) su sueño; tener una granja propia. Pero durante el trascurso de la obra te das cuenta de que todos tienen el mismo sueño ¿Por qué no se unen y lo llevan a cabo? Juntos pueden hacerlo, por separado no, por separado están destinados a estar solos, desubicados, perdidos… como ratones expulsados por el arado del tractor que es “el Progreso”.

Las necesidades ¿De quién?

la necesidades

Ayer, después de la visita y participación de las estudiantes de la Escuela de Marginación de Entrevías en la clase de boxeo, nos quedamos como siempre a charlar con ellas sobre el proyecto de “Hortaleza Boxing Crew”, lo que hacemos, preguntas, reflexiones… Nos sentamos en el suelo haciendo un pequeño corro y comenzamos “la charla”.

Pero los niños, que habiéndose terminado la clase no se iban a casa (significa que están a gusto), estaban por el local jugando como cachorros, gritando, pegándose con los churros, tirándose en las colchonetas… y nos dificultaba la charla entre los adultos. Así que aproveché la situación para hacer una reflexión;

  • Ahora mismo hay dos necesidades; la necesidad del niño de correr, jugar, gritar, canalizar energías… y la nuestra de silencio, calma. Podría echarles del local y acabar con el “problema”, pero ¿Estaría obedeciendo a las necesidades del niño o a las mías como adulto?

Este es el dilema de la educación, del Sistema Educativo; ¿Su intención es cubrir las necesidades de quién?

Así que los niños siguieron jugando, gritando, corriendo, luchando, tirándose en las colchonetas… mientras duró la charla, las reflexiones… porque en eso consiste el proyecto; en crear un espacio para ellos, no para nosotrxs, en que es su espacio, no el nuestro, en cubrir sus necesidades, no las nuestras.

La casta profesional

La casta profesional

Una estudiante de psicología me iba a entrevistar para un trabajo de la carrera, estaba encantada e ilusionada con el proyecto de Hortaleza Boxing Crew.

Pero la profesora ha dicho que al ser un proyecto altruista (nadie cobra) no puede hacer el trabajo sobre nosotr@s.

Tenemos una asociación, un CIF, un número de registro, un local donde estamos legalmente, yo tengo el título universitario de “educador social”, el de “monitor de boxeo”, un seguro de responsabilidad civil… pero no es suficiente, para entrar en su mundo cerrado, tenemos que cobrar también.

Confirmamos así varias teorías:

  • La Industria de lo Social; la intención no es la atención a la marginación (mucho menos su eliminación), sino crear puestos de trabajo, mercado laboral (industria social, el tercer sector) a través de esta marginación (se solucione o no el problema).
  • Se crea una casta profesional. Nosotros, aun teniendo CIF, titulo, permisos… seguimos sin cumplir sus requisitos (nos falta uno: cobrar), nos dejan al margen, no somos realmente profesionales, no entramos en su élite, en su casta.
  • Nos están excluyendo. Se crea la paradoja; el mismo que habla y trata la exclusión, está excluyendo. En la teoría hablo de exclusión, en la práctica la aplico.
  • El monopolio de la intervención: Al excluirnos nos dicen; solo podemos intervenir nosotros los profesionales, vosotros no lo sois. Quedamos al margen, apartados. Solo pueden opinar ellos, solo pueden intervenir ellos. Es el Poder del educador, la trabajadora social, el psicólogo… De ahí el “Síndrome de Dios” de los Servicios Sociales; “Solo yo sé lo que conviene al niño, a la familia”, más incluso que el propio juez, que se reduce a aplicar lo que dicen los informes de esta casta social y profesional.
  • El profesionalismo social no solo sustituye al tejido social, sino que este le quita puestos de trabajo a aquel, pasan a competir los dos sectores en vez de colaborar.
  • La Institución se convierte en un ghetto, un espacio cerrado, de ahí el proceso de «institucionalización». Solo interactuan entre ellos, no salen a la calle, no se relacionan con el exterior. Quien habla de marginación se margina.