
“¿Si Dios existe por qué permite el mal?” esta pregunta clásica siempre me ha parecido demasiado obvia de responder. Tanto la novela de Anthony Burgess como la película de Stanley Kubrick “La Naranja Mecánica” contestan a la misma;
Dios tiene que elegir; o nos hace libres o nos hace buenos. Si nos hace buenos nos quita la posibilidad del mal, y por lo tanto la libertad de elegir. Si nos hace libres nos da la posibilidad de elegir, y por lo tanto la posibilidad del mal.
Hacernos buenos sin capacidad de elegir el mal nos convertiría en una “Naranja Mecánica”, en un robot mecánico programado, y por lo tanto ausente de vida propia.
Tengo que reconocer que la película de Kubrick no me gusta, sin embargo la novela de Burgess me apasiona. Veamos la diferencia entre película y novela.
Novela: el protagonista es un adolescente de 15 años.
Película: el protagonista es un joven maduro de veintitantos.
Novela: se refleja la ausencia de los padres y de las madres y en la vida de sus hijos. Si no están trabajando, están viendo atontados la TV. Se muestra una sociedad idiotizada por la tele, donde sus críos crecen solos, sin referentes. Una especie de “El Señor de las Moscas” de William Golding.
Película: no menciona este punto que para mí es esencial. Kubrick (igual que la edición norteamericana de la novela) explican el mal a través de la psicopatía, sin contemplar el contexto social como sí hace la novela.
Novela: teniendo más violencia (por ejemplo, las chicas de la tienda de discos en la película son adultas, en la novela son niñas de diez años, en la película tienen sexo libre, en la novela son drogadas y violadas) no se ensaña ni se recrea en estas escenas de violación como sí lo hace Kubrick. La violencia en la que se recrea la novela es más en la tortura psicológica que sufre Alex (el protagonista) durante la aplicación del “método Ludovico” así como sus consecuencias posteriores, y que Kubrick pasa casi por alto (siendo para mí esencial en la historia), donde la bata blanca de los psiquiatras acaba aterrorizando más que los trajes grises de los carceleros (situaciones muy parecidas en la actualidad en los centros de menores, donde la tortura psicológica es más dura e insoportable que la física).
Película: hay casi una apología de la violencia y de la violación, como si Kubrick quisiese que el espectador (hombre) disfrute a través de las escenas violentas, dándole una dimensión estética (sombras, planos, música…). Y teniendo en cuenta que es la violencia del macho (toda la violencia es ejercida por hombres, se recrea la violación) hace que muchos hombres y adolescentes se enamoren de la película, mientras a muchas mujeres les resulta insoportable de ver.
Novela: uno de los objetivos del “método Ludovico” es desatascar las cárceles y dejarlas solo para los presos políticos. Este punto es un tema filosófico que kubrick no trata (por lo menos de forma explícita), y que para mí es uno de los puntos esenciales de la obra, así como el segundo objetivo; el “método Ludovico” ante la inutilidad de las cárceles, la cárcel como institución ineficaz para combatir el crimen y eficaz para provocar la inadaptación social (tema tabú en nuestra sociedad) que la novela trata más hondamente que la película.
Novela: Alex cambia al final de la historia, madura. El ser humano cambia, la mente es flexible, se desarrolla, las conexiones neuronales son dinámicas. La novela introduce el concepto del Amor como motor de cambio, cosa que Kubrick y la edición norteamericana pasan completamente por alto.
Película: Alex no cambia, es así por naturaleza. Es la cultura de la psicopatía (muy interiorizada en la cultura norteamericana), el individuo portador del gen maligno, el ADN del mal, el determinismo biológico. Así kubrick entra en una contradicción; critica el conductismo al mismo tiempo que no considera que el individuo pueda cambiar por otros métodos, como el amor. Alex en la novela sufre un cambio moral al ver a su amigo enamorado, cambia sin el conductismo. El premio-castigo te podrá frenar los actos violentos, pero no desarrollar en ti la empatía, el descubrimiento del otro, de la otra, como una no-cosa.
Así, las dos visiones de la historia, la novela y la película, son dos visiones mismas de la naturaleza humana; la psicópata-monstro y la humana. Igual que (como hace referencia la obra) podemos elegir entre el bien y el mal, también podemos elegir en cómo ver al ser humano y su naturaleza, que es lo mismo que elegir entre ese bien y ese mal (paradójicamente). Si pensamos que los demás son psicópatas nos acabaremos comportando como psicópatas, si pensamos que en el fondo el ser humano es bueno nos comportaremos más benévolamente. Una especie de “dime en qué crees y te diré en qué te convertirás”.