Nos han pintado la entrada del local (con la bandera de España, tal vez para decirnos «vosotros no sois españoles»), nos han insultado, nos han amenazado, nos han ridiculizado, han creado mentiras y bulos sobre nosotrxs (Hortaleza Boxing Crew), y ya lo último, en mi caso, es que han llegado al ámbito familiar, han cruzado esa línea de la vida privada. Mi familia como objetivo del linchamiento.
Si tuviese hijos creo que acabaría como Atticus en «Matar a un Ruiseñor» de Harper Lee, explicándoles lo que está pasando para evitar que se peleen en el colegio.
No hay libro, novela, película, que explique mejor y tan profundamente qué es un linchamiento social como «Matar a un Ruiseñor», el esfuerzo pedagógico de un padre para explicar a sus hijos pequeños qué está sucediendo.
Siempre que tengo que tomar una actitud ante mi propio linchamiento me pregunto «¿Qué haría Atticus?» Y es que Atticus es como ese faro de luz en mitad de la tormenta. La tranquilidad, la firmeza, la serenidad, en medio del vendaval.
Cuando nos pintaron el local, nuestra respuesta unánime de los monitores fue no responder con violencia y sacar un comunicado llamando a la concordia, firme «vamos a seguir trabajando con la chavalada y nada nos va a parar» pero pacífico «que no haya represalias, que nadie linche al linchador».
Y es que nos pasamos todo el día repitiendo a los chavales y chavalas (debido a que les enseñamos boxeo) «no os peléis en la calle, arreglar las cosas sin llegar a las manos, si hay movida pasar…» ¿Y ahora? ¿Qué íbamos a hacer nosotras? ¿Íbamos a ser violentos? No podemos hacer lo contrario de lo que les decimos, porque los chicos no aprenden de nuestro discurso verbal tanto como de nuestras actitudes, emociones, comportamientos.
Cuando Atticus sufre una agresión delante de su hijo, la novela llega a uno de los momentos de mayor tensión y genera un gran dilema ético; ¿Cómo debe reaccionar Aticcus? Después que le haya dicho a sus hijos «no quiero que os volváis a pelear por este asunto» si Atticus se pelea estará contradiciendo sus palabras con sus hechos. Así que, sabiendo que su hijo le está observando, respira hondo y evita la pelea, para enseñar con hechos lo que ya le ha enseñado con palabras.
Nosotros desde Hortaleza Boxing Crew hicimos lo mismo que Atticus; ser consecuentes con lo que les decimos a los chavales.
El otro día irrumpieron con máscaras y palos unos críos muy pequeños en la clase de baile (que viene después de la nuestra de boxeo), la profesora y alumnas se quedaron paralizadas. Al ver que eran críos reaccionaron, se acercaron a ellos, les preguntaron, hablaron y todo se calmó. Pero ¿Por qué unos críos se ponen unas máscaras, cogen unos palos e irrumpen amenazantes en el local? Porque están jugando a ser «adultos», porque lo vieron en el famoso vídeo de los remos (donde dos enmascarados pegan a dos críos marroquíes), porque lo están aprendido de sus vecinos, aprendiendo a linchar.
Cuidado con lo que estamos sembrando.
Muchos padres, madres, profesores… se pasan la vida preguntándose «¿Qué les voy a decir?» Sin darse cuenta que la esencia de la educación está en «¿Cómo me voy a comportar? ¿Cómo voy a ser?»