El justificante

El chico me pide un justificante para su centro, donde diga que está viniendo a boxeo. Llamo por teléfono al centro, que por el trato parece más una comisaría. Le pregunto cómo hacerlo, no hay un «¿Qué tal el chaval? ¿Cómo va? ¿Está contento?». Solo la exigencia;

 – Tienes que emitir un justificante y me lo tienes que enviar por correo.

– ¿Me dais vuestro  email?

– Que te lo de Hamza 

Le da igual que seamos una asociación vecinal no profesional, o que Hamza no sepa casi escribir, ni siquiera pregunta quienes somos los que le damos boxeo al chico. Con una llamada, pasas de una realidad a otra, del buen rollo de las clases, del buen trato con los chicos, de la relación desde el respeto… a la prepotencia de la Administración, a su exigencia, su invasión.

Si fuese una madre biológica, que ni siquiera se entera a qué actividad va su hijo, ni le importa si está bien o mal, sería una mala madre. Si es la Institución, no pasa nada, son profesionales porque piden un justificante con su sello, su firma, su CIF…

Estamos llamando «profesionalidad» a lo que simplemente es burocracia en el mejor de los casos, y vigilancia y control en el peor.